El muchacho cerró un ojo, apuntó, contuvo la respiración y jaló del gatillo. El gato estiró las patas, bostezó y siguió durmiendo.
El sol del medio día calentaba el aire y el pavimento. Los árboles se mecían fatigados.
Nosotros no dábamos crédito a los sucesos. El televisor guardó silencio.
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