domingo, 30 de diciembre de 2012

Los mas leídos del 2012...

Estimad@s.

Termina el 2012 y quiero compartir con ustedes el agrado por las historias bobas.

De acuerdo a las estadísticas, estos son los textos más visitados:
  1. Maldito
  2. El gato
  3. Secretos para mañana
  4. Distracciones
  5. La revuelta

Mención aparte recibe El cerdito y el mal por ser el que más me gusta, así que se los dejo también.

Si no los ha leído, ahí los puede degustar. Si ya lo leyó, léalo de nuevo (si quiere).

Que 2013 sea un año luminoso, sabroso, aromático, táctil y acústico. Que todos los sentidos tengan gratos estímulos para ustedes. Que la alegría l@s colme de momentos memorables. Que la imaginación l@s abrace constantemente. Que los afectos crezcan. Que la paz los acaricie.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Distracciones

Como de costumbre, fue a cenar solo. Alguna vez se esmeró en buscar compañía, y en ocasiones consiguió compartir la mesa y la conversación. Pero personas como él suelen perder el atractivo luego de unas pocas citas. No es que fuera un ser particularmente desagradable, aburrido, fatuo o tuviera alguna patología psicológica insalvable; simplemente no encontraba pares, básicamente sus divagaciones rara vez eran de interés de los comensales. De modo que de a poco, sin proponérselo, se fue habituando a cenar sin más compañía que sus pensamientos.

Inmerso en los desafíos socio-políticos que traería a la sociedad el fin de la filosofía cristiana occidental, como referente de las ideologías laicas, no escuchó la voz que le ofrecía cambiar un calendario por alguna moneda. Cuando reaccionó, distraído por una copa que estalló en el piso, la pequeña salía del salón guiada por un mesero.

Miró a su alrededor. Un pareja de ancianos deshuesaba unas codornices. Desde un rincón, un hombre desvestía con la mirada a una camarera, que trataba de ocultarse detrás de un pilar. La puerta del local se batía por la brisa fresca de esa noche de otoño. En la mesa del lado, unas ajustadas piernas de mezclilla insinuaban a una joven delgada.

-Me dice la hora -consultó una voz, al tiempo que se concentraba en la trayectoria de una mosca que esquivaba las aspas de un ventilador. El insecto volaba de arriba a abajo, de izquierda a derecha, y en ocasiones atravesaba suicida en contra del viento. Recordaba que de niño jugaba a tocar las hélises de un avión de la primera guerra mundial, y las veces que terminó con algún dedo lastimado

 -Disculpa -insistió la voz. Me dice la hora por favor.

-No -contestó luego de una pausa que se alargó más de lo apropiado, durante la cual decidía si seguir observando la mosca o esforzarse por responder tan inoportuna pregunta-. No le había escuchado, me disculpo. Pero no tengo reloj, al igual que usted -comentó para evitar el juicio de la joven que comenzaba a mirarlo sorprendida por el tono descuidado de la respuesta.

-Puedo invitarle una copa -dijo con tono irónico.

-No lo creo, espero a alguien -contestó la mujer.

-Puede creerlo. Le servirá para disimular el tiempo de espera. -Agregó con una sonrisa.

-Invítame mañana -. Fue lo último que escuchó.

Por la ventana veía como un gato quedaba perplejo, tras el paso de una ambulancia que hizo volar su pretendida presa.